Desde tiempos inmemoriales, algunos antiguos sabios chinos acuñaron un concepto que representa un logro en la historia del conocimiento filosófico, y al mismo tiempo, es la forma de expresión más sutil y poderosa que existe.
Frente a los habituales y trillados valores del voluntarismo, la acción desbordante, la energía frenética, o el dinamismo de la excitación, la propuesta de este paradójico «hacer sin acción», se revela de manera inaprensible si se trata de comprender desde una perspectiva limitada. Nuestra educación occidental ha sido cimentada precisamente en la exaltación de esos principios, y hemos sido formados en la cultura de que por encima de los medios está la consecución de los objetivos, y que son los logros los que determinan ese apreciado valor social llamado éxito, que a veces de manera lastimosa tratamos de alcanzar incluso a costa de las conductas más destructoras tanto con una mismo como con los demás. Tal vez por ello, el Wu Wei sea para nosotros, los occidentales, más difícil de comprender que para los pueblos de oriente aunque, en realidad, la educación es menos condicionante que el deseo que cada persona tenga para encontrar la paz interior.

Pero, ¿es este concepto algo más que una reflexión ingeniosa? Y, lo que es más importante: ¿se puede aplicar en la vida real?, ¿cómo es posible hacer desde el no-hacer?, ¿no son ideas opuestas?. Veamos ahora las tres pautas principales sobre las que es posible desarrollar el Wu Wei y cuyo aprendizaje crea un escenario idóneo donde el arte del no-hacer puede manifestarse.
Tranquilidad
Si la definimos como la virtud de no inquietarse con facilidad y el dominio en la eliminación de la brusquedad, la violencia y los movimientos (físicos, emocionales y mentales), obtendremos un elemento imprescindible para actuar correctamente en todos las situaciones de la vida.
Es cierto que la tranquilidad crece al mismo tiempo que la madurez y la experiencia, pero también es cierto que se trata de una actitud asumible y adaptable a nuestra conducta a través de un aprendizaje consciente.

Ligereza
La podemos definir como la virtud de no cargar de contenidos densos el significado de los sucesos en los que participamos (tanto si son felices como si son fatales) así como la capacidad de diferenciar correctamente entre lo que es importante y lo que no lo es, dicho en palabras de los antiguos sabios, separar lo fundamental de lo accesorio.
Un hombre de verdad es capaz de llevar lo realmente importante dentro de si mismo.
Wu Wei

Sencillez
Aplicando una ligera observación a la conducta humana, se evidencia la tendencia que tienen las personas a complicar las cosas, y esto, está ligado a su capacidad de perjudicarse a sí mismo. Si definimos la sencillez como la virtud de gestionar la vida con la menor inversión de tiempo, esfuerzo, energía y medios posibles, podremos observar que los beneficios se multiplican en proporción directa a la reducción de la complejidad. Además, si en la virtud de la sencillez está presente la falta de simulación y la escasez de ostentación, encontraremos una de las conductas de vida más queridas por los aspirantes al arte del Wu Wei.
Hay que aclarar que el Wu Wei no tiene nada que ver, ni con la pasividad, ni mucho menos con la inactividad. Al contrario, es el arte de…
«Permitir que las cosas sucedan siguiendo el flujo natural de la existencia»…
Wu Wei
Podemos afirmar que el no-hacer es la máxima expresión de la acción. Y, en este mismo orden de definiciones, nos referimos a «escapar de la acción artificiosa, calculada e interesada». A estas expresiones se le puede agregar la falta de ansiedad, tensión, cálculo y, sobre todo, de interés respecto a los resultados. Es decir, una acción auténtica y que brota de lo más profundo del ser, dejando al margen todas las necesidades del ego.

Dentro de las características del Wu Wei, lo que se define como la «acción libre de objetivos» representa su eje nuclear. Hemos dicho que todos los elementos de deseo, necesidad, cálculo y manipulación parten directamente del ego, y las intenciones y objetivos que busca son únicamente para dar respuesta al mundo irreal en el que vive.
Los antiguos maestros se dieron cuenta de que si se le impedía al ego la posibilidad de «hacer», estas conductas iban debilitándose gradualmente. Asimismo, siendo conscientes de que la inactividad es nociva por la nula capacidad de aprendizaje y por la secuelas que produce la paralización de la energía, desarrollaron el concepto «acción libre de objetivos», cuya clave es que la energía no esté al servicio del ego para disfrazar sus carencias, satisfacer sus necesidades ó proteger sus miedos, sino ponerla al servicio del ser.
En esa identificación total del ser humano con la vida ya no existen ataduras. Además, representa un logro fundamental, la posibilidad de transformarse en una manifestación del poder superior.

Otro aspecto importante asociado al Wu Wei es el de la no-excitación. Habitualmente, la excitación es el punto de partida de la mayoría de nuestros actos: excitación sensorial, excitación sexual, excitación emocional, excitación mental, excitación intelectual, etc. Y esta, es una de las causas principales de la infelicidad humana, según los antiguos maestros, siempre estamos en una búsqueda incesante de nuevas fuentes de excitación, es decir, de estímulos exteriores capaces de crear reacciones en nosotros. Aunque estas reacciones, son una gran fuente de aprendizaje, son capaces de convertirse, incorrectamente utilizadas, en las mayores responsable de nuestra falta de libertad.
Los mejores argumentos y herramientas que podemos manejar para huir de la excitación son la indiferencia y desafectación frente a lo superfluo, lo estúpido ó las diferentes situaciones de la vida diaria que nos engañan y nos conducen de un lado a otro, creyendo además que ejercemos nuestra voluntad, cuando en realidad sólo respondemos mecánicamente a reacciones que nos conducirán la mayoría de las veces hacia el dolor.
Cuento hindú: esclavo de las emociones
Un buscador espiritual con una fuerte tendencia a dejarse manipular por factores externos fue a visitar a un maestro para plantearle el siguiente problema:
- Maestro, no soy capaz de encontrar la paz interior.
- ¿Cuál es el motivo? – interrogó el maestro.
- Lo ignoro. Por eso estoy aquí, buscando tu sabiduría y consejo.
El maestro quedó pensativo unos instantes y dijo:
- Vas a ir ahora mismo al cementerio. Allí te sentarás en medio de las tumbas y pasarás la mañana elogiando a los muertos.
El discípulo obedeció y, una vez que cumplió la tarea, regresó.
- ¿Has hecho lo que te dije? – preguntó el maestro.
- Así lo he hecho – respondió el estudiante.
- Bien; pues ahora volverás al cementerio y pasarás la tarde insultando a los muertos.
El discípulo volvió a cumplir la orden del maestro y llegada la noche, regresó de nuevo con el maestro.
- Maestro, durante la mañana he elogiado a los muertos, pero por la tarde he ofendido gravemente a los mismos muertos. ¿Puedes decirme el objetivo de tus mandatos?
- ¿Qué te contestaron los muertos? – preguntó el maestro.
- ¿Se mostraron satisfechos con tus alabanzas ó se indignaron por tus insultos? – preguntó nuevamente el maestro.
- Pero maestro, eso no es posible. ¿Cómo van a reaccionar si están muertos? – dijo el discípulo.
- Pues eso es exactamente lo que has de esperar de ti mismo: la ausencia de reacciones, tanto ante las ofensas como ante las alabanzas. Si alguien te insulta y enciende tu cólera, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? Si alguien te alaba e inflama tu vanidad, ¿no ves el poder que tiene sobre ti? Tu paz interior la tienes ahora en manos de los demás ó en poder de los acontecimientos que te rodean. Ve y rompe esas cadenas, recupera tu libertad y entonces encontrarás la paz interior.
Volvamos al Wu Wei. Posiblemente no sea mala propuesta el ejercitarse en el aprendizaje de esta acción sin-hacer, y aunque sea un poco complicada, si que podremos reencontrarnos, aunque sea en un tono más modesto, con algunos valores un tanto olvidados como los mencionados de la sencillez, tranquilidad, ligereza y anonimato.
Donald Flores
Fuente: documentos encontrados buscando respuestas en internet.